A un año del IVA

A un año del IVA

El 1 de julio de 2019 entró en vigor la Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas, cuyo título primero implicaba una reforma integral de nuestra Ley del Impuesto General sobre las Ventas. La reforma implicaba dos grandes cambios: el gravamen de la generalidad de los servicios y la posibilidad de la deducción financiera.

Con un arranque prometedor, ya para octubre de 2019 el Ministerio de Hacienda anunciaba, con bombos y platillos, que lográbamos la recaudación más alta en los últimos cinco años. Un aumento que esperábamos se tradujera – en un muy esperada – disminución del déficit fiscal. Sin embargo, y para asombro de todos, el INEC nos anunciaba que buena parte de esos recursos frescos se utilizaba para financiar parte de los salarios de las 37 mil nuevas plazas creadas por el Gobierno Alvarado Quesada.

Luego vino la Pandemia y con ella una serie de medidas que han debilitado la recaudación del impuesto, primero fue la Ley del Alivio Fiscal que exoneraba el pago del IVA en los arrendamientos comerciales durante los meses de abril, mayo y junio de 2020, así como la moratoria de las obligaciones materiales del impuesto para los mismos meses. Aprobamos también ya la postergación de la entrada de la gradualidad del impuesto en el sector turismo, así como en la construcción y los servicios transfronterizos, no faltan también, los expedientes legislativos que pretenden disminuir o exonerar este o aquel servicio, este o aquel bien.

Desde un punto de vista técnico, tenemos un reglamento que en no pocas veces contradice la ley, hemos vivido la emisión de más de una veintena de resoluciones y directrices, unas que ajustan otras, para luego ser derogadas por una posterior.  Lo anterior no ha facilitado la implementación de la norma por parte de los contribuyentes y creemos que resultará en no pocas determinaciones por parte de la Administración.

Escuchamos ahora que la OCDE (análisis de políticas fiscales) y otros organismos internacionales recomiendan subir la tarifa del IVA. Creemos firmemente en la necesidad de un IVA sólido, pero no creemos que sea el momento de aumentarlo, creemos también en una regulación más sencilla que permita al administrado una correcta interpretación de la norma y por ende una mejor aplicación del impuesto.

 

Carlos Gomez

Socio GCF Consultores, miembro de la firma internacional TGS Global

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